Thursday, December 3, 2009

Contradicción

Cuentan que una vez existió un hombre. Un hombre que salía a pasarlo bien, a emborracharse con sus amigos, a conocer gente, a hacerse amigo de todos. Un hombre al que no le preocupaban su aspecto, su forma física, y al que realmente le daba igual lo que pensaran de él. Pero su mayor virtud era la de no importarle la opinión que las mujeres tenían sobre él.

Le resbalaban el morreo nocturno, el noviazgo, el amor... eran cosas a las que no les daba importancia. Él sólo se ocupaba de gozar de unas buenas miguelinas,de disfrutar con su 1-1 de moito, y sobretodo de reírse. Se cuenta que la risa era su mayor aliada, y que incluso cuando llegaba a casa ya de día, la sonrisa seguía pintada en su cara. Era tan feliz que incluso su padre, que lo veía venir por la acera de lado a lado cuando iba a trabajar, le felicitaba y le daba veinte euros, ya que tenía pinta de haberlo gastado todo. Y que cuando subía las escaleras sin hacer ruido para que su madre no se diera cuenta de la borrachera estrepitosa que tenía, ella lo estaba esperando con la puerta abierta de par en par, para ahorrarle el trago de encajar la llave. Además previamente le había puesto una jarra de agua al lado de la cama, para que no tuviera que levantarse a cada poco a matar la sequía que deja la resaca.

También cuentan, que cuando al día siguiente se despertaba, no pensaba en otra cosa que en su felicidad. La felicidad de no pensar en nadie, de no tener que aguantarse para no escribirle un mensaje a esa perra que una vez le dio puerta, ni pensar que estará haciendo ahora, ni autoconvencerse sin éxito de que ella es una puta, y que el tiempo a su lado fue tiempo malgastado. Por eso, cuando estéis un día de resaca evaluando lo bueno y lo malo de todas vuestras acciones, acordaros de ese hombre, ese que no se preocupa por nada, y pensar que esto es así porque un día de borrachera, todos hicimos un mal negocio con él, y le entregamos nuestra felicidad a cambio de sus problemas.

Canterano.


Adolescentes

Pedro es un surfer. Nunca va a coger olas, pero lleva ropa surfer, bambas, mechas rubias y un colmillo de colgante.

Esta noche de viernes, han quedado en los bajos a las 9 para privar un poco antes de probar suerte en el Divino, y así poder ahorrar algo de pasta. A las 8 y media le recogen sus colegas Cote y Rulas:
-Hey, Pit, baja de una puta vez, que se hace tarde - grita el Rulo por el telefonillo.
-Que más dará, si los chinos no cierran.
Hace una noche un poco rara, la verdad. No llueve, pero hay una brisa fria y húmeda que no mola nada, aunque eso se va a solucionar enseguida con el calor de la muchachada ebria.
-¿Que vais a pillar?
-Conquistador.
-Para variar.
-¿tu?
-Un litro de Mahou y ... Rulas, te hace un cacique a medias?
-¿No será mucho?
-Este nos ayuda.

Al llegar saludan al resto y charlan un rato. Chorradas, poca cosa, que tal chaval como va eso y choques de manos. Las chicas llegan tarde, como siempre, pero desaparecerán en seguida, como siempre, porque estos chavales son poca cosa.
A Pedro le mola la Sara. No es que sea la más guapa, pero es la más simpática, aunque cuando está todo el grupo junto ni le mira, se hace la chula. “Es que tampoco es muy lista”, piensa Pedro.
Con los litros, la gente empieza a dispersarse y a perderse con el resto de los subgrupos que comparten playa, y la playa empieza a ser una puta guarrada.

- Tío, me estoy churrando.
Yo también.
Eh, Cote! Ahora volvemos!
Van a la esquina. Huele a meos que dan ganas de potar, eso quiere decir que ahí está el baño oficial de los bajos.
-¿Has visto como estaba la pava esa?
-¿La de rojo? Ya te digo. Uf, me la follaba.
-No te jode.
-La amiga te miraba, jajaja.
-Ja ja, que gracioso, menuda flete.
-Joder como me meaba.
-La voy a decir algo.
Pedro va para allá. No tiene muchos ánimos, sabe que tampoco tiene muchas posibilidades. Muchos tíos están mirándola y babeando, aunque ninguno se atreve a ser rechazado delante de toda la playa, saben que luego la gente lo comentaría. Chica prototipo, pija (sin dinero, por supuesto), supermaquillada y pendientes de perla que no falten. A ella la gusta que la miren (aunque dice que son unos babosos), pero todos los que se la acercan sólo quieren lo mismo. Además ella está colgada de Manu, el gallito de las Llamas, que no es precisamente un tipo polifacético.
-Hola, me llamo Pedro y tu?
Valen.
¿Donde estudias?
En el Santa Clara
Ahm..y que tal? (Se nota que Pit no es muy hábil ligando aún).
Bien, sin más.
Se produce el silencio justo para que la amiga flete haga escuchitos con otra amiga que le mira por encima del hombro.
-¿Te gusta el surf?
-Bah, no me interesa mucho.
-Pues está muy guapo.
-Bueno es que necesito ir al baño.
-Bueno pues ya nos vemos.
-Chao.

Vuelve un poco cabizbajo pero decidido, no pierde la esperanza, sabe que al menos un ciego se va a pillar. Beber nunca le falla.
-Que tal?
-Una puta borde de mierda.
-Como todas. ¿Que la dijiste?
-Lo típico, donde estudias, tal... tampoco hemos hablao mucho.
A sus 16 años, Pedro ya es un malote, así que no desaprovecha el calo de un peta que le ha pasao el Cote.
-¿De quién es? Cote, de quien es?
-Del Choco. Le voy a pillar, quieres?
-Na, yo paso.
-Pasas pero bien que fumas, cabrón - dice el Choco con una sonrisa un tanto amarilla. Sabe que si quiere vender la mierda de chicha que compró primero tiene que regalar un poco, hacer que la gente se interese.
Tras litro y medio de cerveza, cacique, mocho y alguna mierda más que les han compartido por ahí y un par de viajes más al baño, el trío calavera se van con Choco, Fonso y Jambo dando tumbos para el centro.
-...y encima la Sara sigue haciendo que pasa de mi cuando sus amigas están delante.
-Bueno, pero eso solo lo hace porque a sus amigas no las pareces “guay”.
-Ya, pero..
-Cinco veinte.
-El taxi entre cuatro sale rentable, te lo dije.
-Ya, pero es que no me gusta coger el taxi.
-Y que ibas a hacer, venir andando?
-...
Además en el taxi te lo pasas de puta madre comentando las movidas de la noche con el taxista delante. Los taxistas ya están curados en salud, la de historietas que habrán oído. Lo malo que a veces te mareas.

Llegan al Divino a eso de las borrosas 2 y media. Entran tras convencer al portero (que siempre pone problemas a las bambas de Pedro -¡Joder, Pit, tio, si ya lo sabes, ponte zapatos, coño!) en el ambiente asfixiante, la música a tope y las colas en el baño, donde, por cierto, se pasa y se consume bufa, le grita Cote a Jambo al oído.
-Que sí, tío, acabo de ver a un pavo metiendose, te lo juro. Hizo así...fuuas!
A todo esto, Pedro tenía una sed de la ostia, así que se pide un cubela de Bacardi rancio.
-6 pavazos! Que puto timo! Joder, encima la camarera menuda mongola. Pues no se tira media hora la pava para poner la puta copa y la digo: de Barceló, BARCELÓ! y me la pone de la mierda esta intragable. Joder!
Con las quejas y los aspavientos la cara de un pavo y la copa de Pit acaban de fusionarse en un espectáculo de luz y color. La peña está mirando, algunos se ríen, y Pedro tiene dificultades para explicar a un gañan 2x2 porqué acaba de pegarle una ducha de licor. Bastante tenía con mantener el equilibrio.
-Me cagüen Dioossssss.
Los amigos le agarran.
-Vamos fuera cagüen dioossss, vamos, gilipollas.
-Lo siento tio lo siento es que está petao, de verdad, tio...
Los amigos del gañan ayudan, en parte
-Dejale tio.
-Anda vamos que es un payaso.
-¡Ándate con ojo, payaso!
-Si te veo por ahí te voy a partir la cara.
Empujón y se piran. Ahora encima aguantar el chaparrón de los colegas.
-Tio, joder, casi nos ostian.
-No, si encima tendré yo la culpa de que el puto bar esté petao.
-Podrias poner puto cuidao.
-Bah, que os den.
Salen. Ya no hay mucha fiesta. Cote y Choco piran al garito a matar la noche a petas. Jambo se va a casa. Deciden quitar la gusa con una zamburguesa y una napolitana.

-Bueno, Rulas, tu y yo un mano a mano. ¿Indian y a casa?
-Na, paso. Cuatro pavos y tampoco es que esté muy motivao.
-Venga, Rulo, no te Rules.
-Na, Pedro, tio, que piro.
Había dicho “Pedro”, no había nada que hacer.
-Bueno tio, pues mañana nos vemos.¿Un pro en tu casa a las 6?
-Hecho.
-Chao tio. Nos vemos.

El Raul era buen tio. Callao a veces, pero lo compartían todo. A Pedro le gustaría que fuese más animao con las chavalas, que le diera más juego para ir a hablar con ellas. Pero le costaba, las chicas eran demasiado bordes y él demasiao tranquilo, demasiao pasota. Por lo demás de la ostia.

Pit encara canalejas con garra, pero a su ritmo. Es más facil si haces eses, aunque en este caso haces eses y punto. El viento de frente, una lluvia suave va mojando su cara y su pelo, que se alisa con cada gota. Mientras reflexiona sobre la noche de mierda que acaba de pasar la fiesta se va convirtiendo en un nubarrón de imágenes, el agua le va limpiando las heridas de la Luna.

“Paso de la Sara, fijo que algún día se me echa encima sin que yo lo busque. El Rulo siempre lo dice, que pase un poco de ella. Joder el Rul, que puto rajao, menos mal que al menos me entiende, la verdad que es un colega”. Sentao en el descansillo esperando al ascensor, Pedro se pone demasiado cómodo. “No se me olvide beber agua, que quita la resaca. Rulo siempre lo dice: el agua lo limpia todo. Puto Raul, él si que es un colega”

Vila.


Tristeza

Salio de su casa con paso apresurado. Un nerviosismo crecía en su interior provocándole un molesto sudor en las manos, que no se remediaba por mucho que se las secara en los pantalones. Sabía que hoy podía volver a verla y ese pensamiento ocupaba la totalidad de su mente. Encendió un cigarrillo mientras recorría el paseo Pereda con los ojos clavados en sus rotas zapatillas deportivas sin observar los jardines, ni las fachadas, ni la gente. Todo seguirá ahí mañana, mirándolo con desprecio y recordándole que su vida es una mierda. Pero hoy no le importaba pues pronto estaría con ella y cuando se abrazaban, sus penas parecían disolverse en el olvido y lo demás no importaba.

El cigarrillo destelló con su fulgor rojo cuando acercó el mechero al extremo. El humo entro fácilmente en sus pulmones y le trasmitió un calor reconfortante. A cada paso que daba se sentía mas seguro de sí mismo. Una confianza que había perdido mucho tiempo atrás. Al pasar por un escaparate vio su antiguo sueño reflejado en un trípode y un maletín de oleos. Siempre había soñado con ser pintor, y no se le daba mal. ¿Qué coño? Era cojonudo, pero las decepciones también habían marchitado los pétalos de aquella ilusión. Delante de aquel escaparate, lo tuvo claro: mañana me pongo a dibujar, si, mañana seguro.

La plaza de Cañadio estaba abarrotada de gente. Gente rodeada de amigos que escuchaban con una sonrisa todo lo que contasen, que prestaban su hombro si te veían una lágrima, que daban calor a tu corazón cuando hacia frío en el alma. Él no tenía amigos, ni los necesitaba, los amigos solo le causaron decepciones y sabía que la traición se escondía tras los ojos más amables. Él solo la necesitaba a ella, que borraba todas las cicatrices de la vida con una caricia, dejando una dulce paz por donde sus dedos pasaban.

Las tiendas dieron paso a los bares y clubes de Santa Lucia. Grupos de jóvenes se agolpaban en las entradas con la esperanza de pasar. Él sabía que no tendría problemas, es lo bueno de la tristeza, te da años. En el interior el ambiente estaba enrarecido y la multitud danzaba poseída por la energía de la música y el alcohol. Pidió una copa y buscó con la mirada pues sabia que podía encontrarla, necesitaba encontrarla. A esa copa y ese bar les siguieron muchos más, hasta que por fin la encontró. Su corazón se aceleró notaba la sangre agolpándose en su cabeza. El sudor de las manos se convirtió en un temblor nervioso y su cara rejuveneció, tocada por la esperanza.

Pero ella no estaba sola y sus amigos no lo ponían fácil. Sabía que había subido el precio pero tenia pasta. Había sacado una buena tajada de la venta de María y esa noche seria toda suya. Por fin la tenía entre sus brazos. Por fin podía besarla.

Salió del local y echo a andar hacia el mar. Cuando estuvieron solos, con las olas tocando para ellos una hermosa melodía, y la arena como lecho, la tomó y sintió como se desataba su efecto por sus venas. La droga corrió libre por su cuerpo, poseyéndolo, curando de raíz la enfermedad de los recuerdos, dejándole sentir con toda la intensidad el tacto de la arena en sus dedos y el sabor de la sal en sus labios. Y de pronto tuvo la certeza de que no habría mañana.

Y no le importó

Dani.

Historias de Arena

Pim le pasó el peta a Pum.

-¡Ya no fumo, tío!- dijo Pum.
-¡Qué dices Pum, tronco! Si te acabas de joder todo lo verde que me quedaba…-le reprocho Pim encarándose.
- ¡Qué no tío, ya no fumo, ni ahora ni nunca! He dicho- finalizó la conversación Pum mientras se recostaba.
-Vale, tu veras… - dejo caer Pim mientras le acercaba lo que quedaba a Pan.
- ¡A tomar por culo, pesaos!- dijo Pan mientras terminaba el lirio y sentía como le iban llegando las sensaciones hasta la quijotera.
Y Pim, Pam, Pum se quedaron arreglando el mundo sobre la arena de Mataleñas hasta que el sol les dio los buenos días al otro lado del horizonte.

El Hipérbole.


I’m lovin’ it

Chus era un Yonki que solía pasearse por el Campillín en busca de prostitutas para desfogarse. Cierto día se acercó a una mujer en busca de sus servicios. Una vez delante de ella Chus se quedó fascinado; no era una prostituta como las demås,ésta era distinta, era un cacho de puta. Se acercó lentamente, la miró a sus ojos rojos con ojeras y le dijo:
-”Me llamo Chus, ¿cuánto cobras por un polvo en plan cerdo en los arbustos, puta?”
-”10 eurazos, yonki cabrón. Ah, y me llamo Jenny, chato.”

Chus estaba comenzando a enamorarse de ella y decidio ser caballeroso y no ir directamente al acto sexual por el que se supone que iba a pagar. “¿Quieres un pico puta?”, preguntó Chus con mirada tímida. “Ahora no me apetece mucho Chus, pero si quieres un día podríamos quedar para meternos picos en la plaza de toros, hay mucho ambiente de mañana a eso de las 12:00” contestó Jenny. De repente los dos se miran a los ojos, sonríen mostrando sus escasos dientes y comienzan a besarse. El apasionado beso se pausa, Chus necesita vomitar debido a la borrachera de vino de brick de por la mañana, luego el beso continúa. El beso se transforma en revolcón por el suelo hasta llegar a los arbustos, donde Chus rápidamente recoge un condón usado que había en el suelo se lo pone y proceden al polvo propiamente dicho. Tras 2 horas y 3 polvos seguidos con el mismo condón Jenny y Chus se levantan y van juntos de la mano a comprarse algo para almorzar. Una vez dentro del Alimerka que está cerca de Plaza Castilla se dirigen a la sección de bebidas alcohólicas.
-”Voy a pillar 2 bricks de vino Jenny”
-”No no, birra Chus, quiero birra”
-”Ni de palo, pillamos vino, birra pa cenar”
-”No jodes Chus,pilla birra y déjate de ostias!!”
-”¿Serás puta?. Jenny tía, yo te quiero tronca, y lo sabes, pero vamos a llevar vino, y tu te jodes y bebes vino, ¿ok puta?”
-”Yonki hijo de puta, te odio....”
-”Jenny, cari, con lo puta que eres tú y lo Yonqui que soy yo me parece que no podemos seguir juntos, tenemos demasiado carácter los dos”
-”Es posible, mejor que lo dejemos ahora que estamos a tiempo....”

Tras estas palabras, un beso y meterse 2 birras debajo de la cazadora Jenny se fue del Alimerka y Chus se quedó sólo comprando su vino.
A partir de ese día, cada vez que Chus se iba al campillín en busca de prostitutas, se cruzaba con Jenny y una mirada de complicidad delataba que algo había quedado entre ellos, algo....

Txumari Alfrower

El placer de mirar

Qué mejor entretenimiento que observar. Salir a la terraza y contemplar lo que ocurre a través de colores que tupen contornos. A veces tienes suerte y alguien se ha dejado la cortina sin correr o la persiana sin bajar, y expone su intimidad a los ojos ajenos. Ves como van de un lado para otro, se sacan un moco o se rascan zonas comprometidas, creyéndose a salvo de los juicios sociales. El comportamiento humano es natural cuando se encuentra protegido por su entorno, cuando su ingenuidad no alberga la posibilidad de que lo estén viendo. En la intimidad perdemos la vergüenza, cantamos, bailamos y hablamos con nuestro espejo. Hacemos muecas, analizamos las partes más recónditas de nuestro cuerpo, dejamos que aflore el lado más guarro y asqueroso de nosotros mismos, porque somos los únicos con los que no tenemos ningún tipo de tabú. Así que si tienes la suerte de tropezar con una ventana por la que siempre puedas analizar comportamientos extraños, interesantes, o simplemente naturales, no dudes en volverte adicto a ella.

Ana González.